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Sillas de la corte

AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO


No teman; el contenido de este artículo no es religioso, ni con él, pretendo evangelizar a quien lo lea. Simplemente, no pude evitar pensar en este mandamiento (dicen el más importante de todos), al reflexionar sobre los muchos obstáculos que de un tiempo a esta parte, debemos superar, quienes ejercemos esta profesión con honestidad, responsabilidad y dignidad, contribuyendo a garantizar el derecho constitucional a una tutela judicial efectiva, de todos aquellos ciudadanos que, de una forma u otra, en los diferentes ámbitos jurisdiccionales, se ven involucrados en un procedimiento judicial, y requieren de nuestros servicios profesionales.


¿Y porqué entonces el recurso a la cita de este mandamiento? Porque considero que, difícilmente podremos defender a nuestros clientes, si no somos capaces de defendernos previamente nosotros, los abogados, como colectivo; y con ello quiero referirme a que debemos reivindicar la justa importancia de nuestro papel como colaboradores de la administración de justicia, igual que la de los jueces, ministerio fiscal, letrados de la administración de justicia, auxiliares, policía judicial, etc…, pues solo así, lograremos las condiciones en las que a, a su vez, podamos garantizar a nuestros clientes, su tutela judicial efectiva. Ni más ni menos, IGUALES.


¿Por qué aceptamos, entonces, la suspensión de juicios y señalamientos judiciales en general, primero por la huelga de los LAJ, y ahora de los auxiliares, horas antes de dichos señalamientos? En contraposición, hemos consentido que sienten en el banquillo, al compañero y ex Decano del ICAM, Javier Lara, por salvaguardar la salud e integridad física de los compañeros del turno de oficio, en plena pandemia, ¿porque no se les garantizara el uso de mascarillas? Cómo explicarle a un cliente que la audiencia previa de su juicio ordinario fue suspendida en noviembre del año pasado por la huelga de los LAJ, y hoy 16 de junio (fecha en la que estoy escribiendo este artículo), ¡siete meses después!, me comunican de nuevo, una hora antes de su comienzo, que se vuelve a suspender por la huelga de los auxiliares. Frente a esto, ¿qué puedo hacer? NADA. La pregunta es ¿qué debería hacer yo? A nivel individual, tampoco puedo hacer NADA, porque no existe unión en el colectivo, ya que como dice un buen amigo y compañero, existe otro letrado que en su posición como demandado, le dicha suspensión. ¡Gran error! Porque esta suspensión es posible que beneficie a su cliente, en cuanto supone una demora en el dictado de la sentencia, pero perjudica a la profesión, y por ello, le perjudica también a él, quien, con toda seguridad, antes o después, ocupará la posición de demandante, y cualquier dilación en el procedimiento, le perjudicará.


La problemática de la huelga es la penúltima (vendrá otra, seguro), prueba que debemos superar para poder seguir ejerciendo nuestra profesión, cada vez más degradada y precaria. Antes lo fue el blanqueo de capitales, la pandemia, la liberación de los honorarios, el “escándalo” de la mutualidad… Y me pregunto, ¿qué valor tiene la cuota que pago “obligatoriamente” al ICAM? Ninguno, porque no sólo no me ampara en ninguna de las cuestiones que acabo de plantear, sino que, en algunas de ellas, hace lo posible por empeorarla, alineándose, por acción u omisión, a favor de quienes conculcan los intereses de los colegiados.


Como consecuencia de todo esto, no puedo evitar sentirme desamparado, deambulando por este laberinto abstracto, confuso y sin salida, en el que los sistemas, programas informáticos y plataformas digitales, sirven de cobijo a aquellos que se asocian bajo el paraguas y resultan beneficiados por el oscurantismo y hermetismo de aquel laberinto, cuya única intención es provocar el desánimo en aquellos que se proponen combatirlo, como hizo el “lunático” hidalgo Don Quijote, arremetiendo contra los molinos de viento.



Don Quijote AZ Jurídicos

Ante tal desamparo, la queja no es una opción, al menos todavía, y en lo que a mi me incumbe, seguiré utilizando las herramientas a mi alcance para combatirlo, y por ello escribo este artículo, que finalizo recordando a quien lo lea, que los abogados (también), debemos empezar DEFENDER A NUESTROS CLIENTES COMO A NOSOTROS MISMOS.

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