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Sillas de la corte

JUSTICIA: ¿Utopía o Necesidad?


Sirva este primer artículo que inaugura mi blog en AZ Jurídicos, para confesar ante aquellos que alcancen a leerlo, que no fue la vocación, ni tampoco la tradición familiar, los motivos que me llevaron a estudiar la carrera de derecho. Sin embargo, el ejercicio como Procurador de los tribunales, primero, y como Abogado, después, me permitió entender en profundidad, el verdadero alcance de la utilidad de la “justicia” en nuestra sociedad. Acudiendo a un ejemplo básico, ¿imaginan ustedes lo que ocurriría si suprimieran el semáforo que regula el tráfico en un cruce?. El ser humano necesita socializar y relacionarse con sus semejantes, pero paradójica y contradictoriamente, esta necesidad le lleva a conflictos, porque en sus relaciones (del tipo que sea, familiares, sociales, laborales, contractuales, etc…), trata de imponer su individualismo alimentado por la máxima expresión del ego. Libre albedrío vs convivencia.

Y es aquí donde se justifica la existencia de la “justicia”, en su doble vertiente, como administración u organización de un conjunto de recursos humanos y materiales, a través de los cuales se deben aplicar las normas que previamente han sido elaboradas y aprobadas, para resolver los diferentes conflictos generados en la convivencia diaria.

Cuando tomé conciencia de esta realidad, comprendí asimismo la responsabilidad que tenemos cada uno de los colaboradores que intervenimos, en el ámbito de nuestras respectivas esferas, en el adecuado funcionamiento del sistema judicial.

Antes de analizar desde la perspectiva del abogado, por supuesto, de una manera personal marcada por mi trayectoria profesional, cuál debería ser la contribución al mejor funcionamiento de la administración de justicia, considero oportuno hacer una breve reflexión previa sobre cuál debería ser la legítima expectativa de ésta. Ante un conflicto cuya solución requiera de la intervención de un tercero (juez), la mayoría de los ciudadanos aspiramos a que su decisión sea justa. Pero he aquí que la controversia no se detiene, porque la misma sin razón que nos impidió evitar el conflicto, será la que nos lleve a cuestionar el sentido justo de la solución (Nunca llueve a gusto de todos). Por ello, tal vez habría que exigir que la “justicia” (entendida como instrumento democrático, garante de la convivencia, a través de la resolución institucional de conflictos), no sólo sea justo (en el sentido utópico), sino sobre todo sea eficaz (en el sentido de la necesidad de garantizar la convivencia).

¿Cuál es pues la manera en la que el abogado puede contribuir, desde el ejercicio de sus responsabilidades profesionales, a la solución de conflictos de manera justa, y sobre todo efectiva?. Una compañera, al principio de mi andadura como letrado, compartió conmigo una de las coordenadas que le permitían entender mejor nuestra profesión, y de esta manera prestar unos servicios profesionales más eficientes al cliente. Según ella, el abogado es un “gestor de intereses ajenos”, afirmación que siendo simple, encierra una realidad básica: tus intereses profesionales no siempre van a coincidir con los de tu cliente, pero estos siempre deben prevalecer sobre aquéllos. Y he aquí, la primera y tal vez más eficiente clave para conseguir agilizar la resolución de conflictos: Evitarlos, por más que una solución extrajudicial, a veces, “perjudique” los intereses del letrado, abaratando sus servicios. Pero es que así, nos lo exige nuestro código deontológico.

Este tema, apasionante desde un punto utópico, poco atractivo desde un punto de vista técnico-jurídico, daría para una reflexión mucho más extensa, pero como soy consciente de que precisamente por ello es poco adecuado para el espacio de un blog, lo doy por acabado, al menos por esta ocasión, y seguiré contribuyendo desde AZ Jurídicos al logro de una justicia más “justa y efectiva”.



Enrique Agüera.

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