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Sillas de la corte

Reflexiones sobre el sistema penitenciario: ¿Reeducación, reinserción y alarma social?


Con motivo de la polémica que se ha generado en distintos ámbitos de nuestra sociedad sobre las consecuencias “indeseables”, pero por otra parte perfectamente previsibles y ajustadas a derecho, derivadas de la polémica Ley del “sólo si es sí”, y mientras escuchaba en un programa nacional de radio, las feroces críticas a la excarcelación de los presos beneficiados por las rebajas de penas, inherentes a la comentada reforma penal, y la tremenda alarma social que ello generaba, no pude evitar cuestionarme el sentido de nuestro sistema penitenciario. Sobre todo porque a los presos excarcelados, insisto, beneficiados por una reforma aprobada por el gobierno y por aplicación de un principio constitucional, se les denomina violadores, además con un tono vehemente y trágico, con la intención de exagerar el error del gobierno autor de tal despropósito. No es la intención de este artículo, entrar a analizar desde un punto de vista técnico y/o social, la oportunidad de dicho texto legislativo, sino realizar una reflexión respecto del sentido de nuestro sistema penitenciario. Partimos de la premisa de que la finalidad fundamental que doctrina y legislación atribuyen en la actualidad a las penas y medidas de privación de libertad es la prevención especial, entendida como reeducación y reinserción de los condenados. La cuestión es, ¿cómo se consigue dicho objetivo? Y sobre todo, ¿en qué plazo?. Por ejemplo, si un condenado por un delito de agresión sexual, llevase cumplidos cuatro años de condena, y como consecuencia de la aplicación del principio de la ley penal más favorable, tras la entrada en vigor de la Ley del sólo si es sí, fuese puesto en libertad, quedándole sólo por cumplir dos años más, ¿en qué fase de su proceso de reeducación y /o reinserción social se encontraría? Y ¿por qué sigue siendo tratado por los medios de comunicación y ciertos grupos políticos, como “violadores” o “agresores sexuales”? Más allá de una intención “espuria” y a mi juicio irresponsable, se cuestiona nuestro sistema penitenciario, y tal vez sería bueno aprovechar este debate para revisarlo y realizar un profundo análisis sobre el funcionamiento, organización y medios humanos y materiales con los que cuentan nuestras cárceles.


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